Gassho.
martes, 14 de abril de 2009
EL PENSADOR (Parte I)
martes, 7 de abril de 2009
Tradiciones de nuestra Semana Santa
Los preparativos para la celebración de la Semana Santa remontan del siglo XIX y eran distintos a los de nuestros días. En épocas pasadas la fecha era acompañada de un hálito místico, de paz y silencio propicio para el recuerdo del martirio y el sacrificio de Cristo.
En víspera de la Semana Mayor los devotos preparaban afanadamente la ropa que vestirían durante los días de regocijo, porque consideraban que al estrenar las prendas de vestir en la ceremonia religiosa serían recompensados con buena suerte durante el resto del año.
La fe en aquellos tiempos privaba en el espíritu del venezolano. Los días más importantes eran el jueves santo y el viernes santo, correspondientes a la crucifixión. La muerte de Jesús en El Calvario era toda una tradición, la gente se mantenía en completo silencio, y sin querer exagerar el hecho, no estaba permitido alzar la voz, pelear, cero ruidos, porque según las creencias populares la carne del Señor era herida por los golpes. Las campanas de la iglesia no eran utilizadas, y en su lugar las ceremonias eran anunciadas con matracas. El viernes santo no se comía carne por ser considerado el día del ayuno y el sacrificio. Todo ha cambiado en la actualidad.
La Semana Santa tuvo un momento en la historia en la que fue rememorada con múltiples manifestaciones eclesiásticas y devotas. Actualmente algunas tradiciones religiosas de la Semana Mayor se conservan en ciertas localidades y parroquias del país.
Conocer qué se hacía en nuestro país en otra época siempre será una curiosidad, porque finalmente son las tradiciones las que llegan a formar una visión más amplia de lo que entendemos por nuestras costumbres diarias, que han cambiado en referencia a un pasado que todavía conserva su esencia.
A continuación, una breve reseña sobre las tradiciones que aún se celebran y que se espera que nunca desaparezcan:
Palmeros de Chacao
Fue en Caracas hace más de doscientos años, específicamente en lo que hoy conocemos como el Municipio Chacao, cuando el padre José Antonio Mohedano hizo la promesa de subir a El Ávila durante el resto de sus días para buscar palmeras y bendecirlas durante sus misas, como pago al favor del cese de una epidemia de fiebre amarilla que afectaba a los habitantes de la zona
Aquella palma bendita que bajó de El Ávila durante tanto tiempo sobre los hombros de los cargadores o Palmeros, hoy es la protagonista de una de las tradiciones más arraigadas en las costumbres de los venezolanos.
El peregrinar de los Palmeros de Chacao se inicia el viernes de Concilio previo a la Semana Santa, cuando en la celebración de la llamada misa de envío más de doscientos hombres, mujeres, jóvenes y niños se encomiendan a Dios para cumplir con la misión de buscar la palma que será bendecida y repartida a los fieles el Domingo de Ramos.
Los Palmeros suben a El Ávila, de manera indefinida, el día viernes o sábado previo a la Semana Santa. Cortan las palmas durante el día y la noche, y bajan de la montaña en la madrugada del Domingo de Ramos para conmemorar durante la misa de este día, la entrada de Cristo a Jerusalén, donde según las escrituras fue recibido con ramos.
Los primeros días de la Semana Santa se inician con la celebración de oficios religiosos especiales programados por cada parroquia, pero es el miércoles santo cuando todo el país se reúne para rememorar el Día del Nazareno, y rendir testimonio devocional en una procesión que después de recorrer varias cuadras finaliza con la llegada a la iglesia.
La mayoría de los devotos van vestidos de hábito morado y se dividen según sus funciones en cargadores y promeseros. Los cargadores son las personas encargadas de arrastrar la Cruz
lentamente a medida que balancean el peso del cuerpo de un pie a otro, en memoria de la agonía de Cristo.
Los promeseros acompañan a los devotos en la procesión, pero a diferencia de éstos suelen andar con los pies descalzos como expresión de sacrificio ante la promesa ofrecida al Nazareno.
La rememoración del Nazareno tiene la particularidad demovilizar a los venezolanos desde grandes distancias hacia las principales iglesias del país donde la tradición ha alcanzado un prestigio notable, como en el caso de las iglesias de Achaguas, en el Estado Apure; Caigua, en el Estado Anzoátegui y la Parroquia de Santa Teresa en Caracas.
La Pasión viviente de Cristo
Con la intención de rememorar los últimos momentos que vivió Jesús en sacrificio por el resto de los hombres, los miembros de las parroquias y pueblos devotos del país se preparan el viernes de Semana Santa para representar en la Pasión viviente de Cristo, algunos de los instantes más importantes narrados en la historia sagrada.
Los feligreses se reúnen en las calles cercanas a las iglesias para representar, con el vestuario a la usanza de la época, los diferentes pasajes bíblicos.
Cada una de las regiones del país conserva una cronología particular en la representación de la Pasión de Cristo, pero a pesar de esta diversidad se conserva una estructura básica determinada por La Entrada Triunfal de Cristo a Jerusalén, La Multiplicación de los Panes, El Sermón de la Montaña, La Resurrección de Lázaro, La Santa Cena, El Huerto de los Olivos, Vía Crucis, Crucifixión, Resurrección y Asunción.
La Semana Santa revive con la escenificación de los momentos significativos de la vida de Jesús la tradición de un pueblo que, al no negar sus raíces, rememora todos los años la vida, muerte y resurrección del hombre que según las escrituras dio en sacrifico su vida para la salvación de la humanidad.
Quema de Judas
El Domingo de Resurrección se recuerda la traición a Cristo con la celebración de la Quema de Judas, una de las tradiciones de mayor participación social en las diferentes regiones del país.
El Judas es un muñeco elaborado manualmente con tela y relleno de paja, trapos y fuegos artificiales, de facciones semejantes a una persona previamente seleccionada que por el proceder de sus acciones es considerada una amenaza para la colectividad y merecedora de burla, rechazo y escarnio.
La tradición popular lleva a la creación del muñeco y le atribuye a su figura una historia particular en la que según supuestas palabras escritas por el Judas, se resume la vida y las faltas cometidas hasta el día de su sentencia.
El Judas es paseado por las calles del pueblo, o de la parroquia, con la intención de que todos los residentes lo conozcan, para finalmente amarrarlo de un árbol o un poste y quemarlo.
La celebración es motivo de alegría para los participantes porque, según la tradición, termina el padecimiento de un sin fin de injusticias atribuidas al Judas.
Con la Semana Mayor finaliza el ciclo de Cuaresma. Los devotos de la iglesia católica se preparan para la celebración de otras manifestaciones culturales, pero seguramente esperarán la próxima Semana Santa para hacer nuevas promesas y revivir una vez más la vida de Jesús.