Feliz es aquel cuya fuente de fe y de optimismo no se agota nunca. Nadie ha descubierto todavía un camino único hacia la felicidad. Cada uno tiene su propio camino que lo conduce a un estado de paz y de satisfacción.
El mundo podría ser más feliz si los hombres en lugar de sembrar el mal, sembrasen el bien. Si en vez de dar impulso al cerebro, actuaran más con el corazón. La mayor satisfacción es secar una lágrima y provocar una sonrisa de felicidad. Felices los que saben soñar, escuchar el canto de los pájaros y deleitarse con el perfume de las flores.
Existen muchos tipos de riqueza. La más importante es ser feliz y estar contento con lo que se posee. Las pequeñas satisfacciones obtenidas son ladrillos con los que podemos construir la propia felicidad. La plena felicidad consiste en no ser feliz uno solo.
La vida es un fascinante romance compuesto de varios capítulos. Cada página, es un día vivido, una derrota o una victoria alcanzada. Nosotros, como autores, debemos dar a ese romance un desenlace armonioso y feliz. Vivimos el día de hoy alegres y felices. Dejemos nuestra mente y corazón preparados para las sorpresas que enfrentaremos mañana, con el mismo entusiasmo de hoy.
Una familia debe ser como un jardín: con sinceridad, abonar la tierra; con cariño plantar, con amor, recoger los frutos. En la amistad verdadera nada se pide, todo se recibe.
Quien descubrió la experiencia propia, que la alegría de la vida consiste en dar más que en recibir, encontrará el camino seguro hacia la felicidad. El ideal humano exige que cada uno sea constructor de puentes que nos permitan unirnos cada vez más.
Unir es armonizar. La verdadera unión de los seres humanos sólo se realizará cuando todos, en armonía perfecta, se tornen seguidores de las leyes divinas. Caminar tomados de las manos es la manera aconsejable de llegar con rapidez a las metas. Quien no sueña con los ojos abiertos, no contempla la belleza del Universo.
Feliz es quien sabe conquistar simpatías y afectos, y cuyo corazón es un imán que atrae la bondad de otros y la bendición divina. Los proyectos se realizan, las riquezas se acumulan, la paz se conquista, la felicidad necesita encontrarse. Los triunfadores no necesitan buscar nuevos amigos. Ellos surgen espontáneamente.
Felices son aquellos que saben encender la luz de la esperanza en la mayor y más temible oscuridad. Olvidamos con facilidad el cariño recibido, pero dejamos grabadas en nuestro corazón las injurias que nos hacen. La historia humana se escribe con lágrimas y con el sacrificio de millones de individuos que son olvidados. La misión de las futuras generaciones es encontrar una nueva manera de escribirla sin sangre y sin lágrimas, pero con mucha humildad, amor y justicia.
Nunca tenemos que querer ser más felices de lo que somos. Quien sabe renunciar, vive mejor. Rara vez damos real valor a lo que poseemos. Sin embargo, exageramos el valor de lo que no tenemos.
Las ideas del hombre son como notas musicales. Corresponde a cada uno ordenarlas adecuadamente, para crear una melodiosa sinfonía. Vivir honestamente es el primer escalón para alcanzar la paz.
La mejor defensa contra la tristeza es querer ser feliz. Verdadero amigo es quien participa de nuestras alegrías y sufre con nuestro sufrimiento. Las lágrimas de alegría son semillas para el árbol de satisfacción y de felicidad. La alegría es un mandamiento que cada uno debería incluir en su "código de leyes" y utilizarlo como regla básica para una vida mejor. Quien no siembra no puede cosechar. Seamos buenos sembradores para que podamos recolectar abundantemente.
La bondad no se improvisa, se necesita tenerla para ofrecerla.
Nuestra más grande falla es rehusar ser lo que en realidad somos. El que acepta los propios fracasos con naturalidad, construye puentes para transponer ríos. Necesitamos ser conscientes de que tiempos mejores no dependen de otros, sino de nosotros. Solamente con actitudes valientes, equilibradas y justas estaremos creando condiciones para ello. Si pretendemos mejorar el mundo, sería bueno comenzar primero por nosotros mismos.
Con las quejas de ayer y con el miedo del mañana, estamos perdiendo la felicidad de hoy. El dinero es importante para vivir, pero no debe ser el objetivo de la vida Si no, perdemos la libertad tornándonos esclavos de su valor.
No existe la soledad para el que contempla el azul del cielo, escucha el canto de los pájaros y siente latir el corazón del prójimo.
Perdonar no cuesta nada y nos ofrece mucho. El odio es el aire viciado que contamina a los hombres.
El más fácil llorar que reír. Cuando invertimos el orden, somos más serenos y felices.
El ayer, el hoy y el mañana del individuo deben formar un hermoso trío que equilibre su existencia.
No desear lo que no podemos alcanzar nos hace menos envidiosos, más libres y felices. Quien puede controlarse es creador de su propia felicidad. Todos estamos sujetos a posibles equivocaciones. No aclararlas, es continuar caminando en lo oscuro.
Quien no posee nada más que dinero difícilmente podrá comprar la felicidad.
Podemos arriesgar algo importante y duradero si nos inspira la confianza y sentimos el gran mensaje del cual somos portadores. Seamos apóstoles de los nuevos tiempos; acercándonos a los hombres, practicando la caridad, implantando la justicia y sembrando el amor.
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